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MINERO ESPACIAL, UNA PROFESIÓN DE FUTURO

20 marzo, 2013
Ricardo Hueso al principio de su conferencia. Credit: Activatuneurona

Ricardo Hueso en plena conferencia. Credit: Activatuneurona

No se trata de la última idea de ningún gobierno para afrontar el paro, sino de una posibilidad que empresas norteamericanas vienen barajando desde hace unos meses y que, de momento, parecen lejos de materializarse. El reciente impacto de un meteorito en la ciudad rusa de Chelyábinsk y el paso del asteroide 2012 DA14, casi rozando la Tierra, han devuelto a la actualidad las ideas de la explotación comercial de los recursos mineros de algunos rocas espaciales relativamente cercanas. Los doctores de la Universidad del País Vasco, Agustín Sánchez-Lavega y Ricardo Hueso han ofrecido esta tarde sendas conferencias sobre ellas. Mientras Sánchez-Lavega ha repasado algunas de las colisiones del pasado de la Tierra, y ha alertado de las posibles del futuro, Ricardo Hueso ha buscado una vertiente más positiva a la cercanía a nuestra órbita de algunos de estos cuerpos y se ha preguntado por la posibilidad de su explotación minera.

«Minería de asteroides, ¿ciencia o ficción?», ha sido el título de la primera de las conferencias que esta tarde han pronunciado dos de los mejores expertos en el sistema solar. Ricardo Hueso y Agustín Sánchez-Lavega, ambos doctores en Ciencias Físicas, profesores y miembros del Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU.

Aunque la ficción nos lleva contando historias de la explotación humana de asteroides desde 1898, las ambiciones que hay detrás de esta idea son casi tan viejas como el mundo. La codicia humana, la posibilidad de ser más rico, es un poderoso acicate para algunas de las empresas que está detrás de los primeros proyectos de explotación comercial de cuerpos celestes.

El hierro, el cobre, el níquel, el platino o incluso elementos radiactivos, son el tesoro que espera en los núcleos cometarios o de los asteroides a los futuros viajeros o a las máquinas que algunos visionarios pretenden enviar al espacio en su busca.

Tras esbozar el reto, Ricardo Hueso, se planteó y resolvió las preguntas que necesitamos responder para saber hasta qué punto estamos ante una posibilidad real, o si estas especulaciones son parte de la mente calenturienta y el bolsillo hinchado de algunos idealistas: “¿Cuáles son las distancias que nos separan de estos asteroides?, ¿qué podemos encontrar realmente en ellos?, ¿tenemos o  tendremos en la próximas décadas tecnología que nos permita realizar esta fantasía?”

Una de las portadas de Nature lograda por las investigaciones del grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU

Una de las portadas de Nature lograda por las investigaciones del grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU

Respondiendo sólo a una de esas cuestiones, y para hacernos una idea de las enormes distancias que nos separan del lugar donde se encuentran la mayoría de los asteroides cercanos a nosotros, entre las órbitas de Marte y Júpiter, Hueso propuso al público una brillante analogía: “Si la distancia entre la Tierra y el Sol, fuese de 100 metros, el Sol tendría el tamaño de un balón de playa, y la tierra apenas alcanzaría el tamaño de una lenteja. Júpiter estaría a 500 metros del Sol y su tamaño sería similar al de una cereza, mientras que Plutón, que tendría el tamaño de un grano de arena, se perdería en la noche del espacio a más de 4 kilómetros de distancia”.

Entre los interesantes datos que el profesor de la Escuela de Ingeniería de Bilbao aportó en su charla, habló de cómo han evolucionado las observaciones de estos cuerpos. En 1850 se conocían 50 asteroides. Hoy, según Hueso, tenemos catalogados cerca de 380.000 de estos cuerpos, pero si los juntáramos en uno solo, apenas alcanzarían a ser un 4% de la masa de la Luna.

El punto de incertidumbre previo a la conferencia de Sanchez-Lavega llegó cuando aseguró que cada semana pasa entre la Luna y la Tierra un objeto de 10 metros de largo, y que cada 10 años hace lo mismo un asteroide de 300 metros de largo, el tamaño suficiente para traer una devastación total a la Tierra.

Con todo, hay quien ya se ha puesto manos a la obra para lograr el hito de acercar uno de los cuerpos pequeños a nuestro planeta para poder explotar sus recursos. El proyecto en cuatro fases, comprende la construcción de centenares de telescopios de pequeño tamaño (entre 11 y 15 kilos y 20 centímetros de diámetro) que se situarían en órbita terrestre y se alquilarían a los científicos que solicitarían tiempo de observación para sus investigaciones. El segundo paso, una vez localizados los asteroides, sería caracterizar aquellos de potencial interés. El tercer paso, mucho más real que traerlos a la superficie de la Tierra, sería su explotación en el espacio, y para finalizar enviar los recursos extraídos al planeta, algo que de momento, como su explotación en el espacio, pertenece al terreno de lo sueños y de la ciencia-ficción.

Ricardo Hueso resumía desde un punto de vista muy pragmático, “yo no pondría mi dinero en esta empresa”.

IMPACTOS

Paso cercano del asteroide 2012DA14 el 15 de febrero de 2013. Telescopio principal CDK de 20'' y cámara SBIG STL-11000M

Paso cercano del asteroide 2012DA14 el 15 de febrero de 2013. Composición fotografica realizada por el Grupo de Ciencias Planetarias de la UPV/EHU a partir de las observaciones del Telescopio principal CDK 20″ y cámara SBIG STL-11000M.

Tras la primera conferencia, el catedrático Agustín Sánchez Lavega, ha ofrecido una segunda charla bajo el título de «Impactos», en la que ha realizado un viaje por el tiempo trasladándonos a los momentos históricos y pre-históricos en que se produjeron algunos de los impactos de meteoritos con la Tierra más conocidos. Desde Chicxulub, el gran meteorito que acabó con los dinosaurios, hasta el reciente caso de Chelyábinsk, pasando por Tunguska o el Meteor Crater de Arizona.

Del suceso más reciente, ha aportado una serie de magníficos videos y ha explicado algunas de las espeluznantes características del “Super-bólido” ruso que dejan como poco con la boca abierta. Se ha calculado que superó en 50 veces la velocidad del sonido, que su vuelo aéreo fue de unos 32,5 segundos, en los que recorrió 254 kilómetros y que aquel trozo de roca de apenas 18 metros, pesaba unas 11.000 toneladas y viajaba a una velocidad de 65.000 kilómetros por hora.

Después de estas cifras no es de extrañar que terminara su conferencia demandando más inversiones en investigación para evitar un posible futuro en el que un gran cuerpo no detectado a tiempo acabe impactando con nuestro único planeta.

Agustín Sánchez-Lavega en el centro con camisa blanca y Ricardo Hueso a la derecha con jersey a rayas. El resto del equipo en enero de 2009, de derecha a izquierda: Enrique García-Melendo, José Félix Rojas, Jesús Arregui, Javier Peralta, Naiara Barrado-Izagirre, Teresa del Río Gaztelurrutia, Santiago Pérez-Hoyos y Jon Legarreta.

Agustín Sánchez-Lavega en el centro con camisa blanca y Ricardo Hueso a la derecha con jersey a rayas. El resto del equipo en enero de 2009, de derecha a izquierda: Enrique García-Melendo, José Félix Rojas, Jesús Arregui, Javier Peralta, Naiara Barrado-Izagirre, Teresa del Río Gaztelurrutia, Santiago Pérez-Hoyos y Jon Legarreta.

PERFILES:

Agustín Sanchez-Lavega: Doctor en Ciencias Físicas, trabajó en el Centro Astronómico Hispano Alemán Max Planck entre 1980 y 1987. Ese último año se incorporó a la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Bilbao de la UPV-EHU, de la que actualmente es Catedrático de Física Aplicada y donde dirige el Grupo de Ciencias Planetarias, el Aula Espacio -Observatorio, y el Máster de Ciencia, Tecnología y Observación Espacial.

Es, asimismo, director del Departamento de Física Aplicada I de la UPV-EHU. Sánchez Lavega, autor del libro de texto «An Introduction to Planetary Atmospheres», ha sido miembro del consejo asesor para la Exploración del Sistema Solar de la Agencia Espacial Europea y ha colaborado en proyectos de la NASA, ESA, y como asesor y evaluador de los mismos.

Ricardo Hueso: Ricardo Hueso es profesor titular de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, doctor en Ciencias Físicas por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) y miembro del Grupo de Ciencias Planetarias de esta universidad. El profesor Ricardo Hueso ha trabajado en el Observatorio de Niza, abordando problemas relacionados con la formación del Sistema Solar y otros sistemas planetarios.

Es coautor de más de 60 artículos de investigación entre los que destacan varios artículos en ‘Nature’ y ‘Science’ y, entre sus intereses científicos actuales, destacan las colisiones de objetos del Sistema Solar con Júpiter.

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