Atrapados en la Tierra
En el día mundial de la Tierra, miramos al espacio. Esta mañana ha comenzado la sexta conferencia de la ESA sobre basura espacial, que durante cuatro días reunirá a expertos de todo el mundo en el centro de operaciones de la Agencia Europea del Espacio en Darmstadt, (Alemania) para buscar soluciones a un problema creciente. La basura espacial que nos rodea como si fuera un cinturón, que cada año, nos aprieta un poco más.
De seguir el actual ritmo de lanzamiento de satélites, los responsables de las agencias espaciales aseguran que la chatarra flotante podría dificultar, en las próximas décadas, e impedir, en un futuro más lejano y si no se toman las medidas urgentes que han reclamado, la navegación humana más allá de nuestra atmósfera, al menos en órbitas bajas, como la de la Estación Espacial Internacional. Los científicos alertan de que si no disminuye el lanzamiento de cohetes, podría aumentar 25 veces el número de colisiones entre objetos artificiales en el espacio.
En realidad se desconoce el número exacto de fragmentos de chatarra que viajan descontrolados en las cercanías de la Tierra. Hay catalogados 22.000 objetos flotantes, de diez centímetros o más, (1.000 son satélites activos) que se han generado en su mayoría, como consecuencia de choques entre satélites o por explosiones en el espacio, pero se estima un número muy superior de objetos más pequeños, pero con potencial para causar daños catastróficos a naves en órbita: 700.000 piezas de hasta 1 centímetro y 170 millones de cuerpos menores de un milímetro.
A lo largo de la historia espacial del ser humano, se han lanzado al espacio 5.000 naves, y se han registrado 250 choques entre satélites o explosiones en órbita, que se han convertido en los mayores generadores de basura espacial. El 94% de los objetos que flotan sobre nuestras cabezas es basura.
Buena parte de esos desperdicios procede de los esfuerzos bélicos, rusos y norteamericanos sobre todo, por vigilar a su rival durante la guerra fría, y por eso hoy, las órbitas más transitadas son las que pasan por los polos de la Tierra y a baja altura. En órbitas de entre 600 y 1.200 kilómetros, la congestión empieza a ser comparable a la de los atascos de las grandes ciudades en hora punta. Miles de satélites que acabaron su vida útil siguen como cuando funcionaban, girando en una especie de tiovivo espacial sin fin.
La sexta conferencia europea sobre basura espacial se ha propuesto mejorar la comprensión del medio ambiente, evaluar los riesgos relacionados con la basura espacial, mitigar su crecimiento y controlar su estabilidad.

Hiener Klinkrad, jefe de la oficina de basura especial de la ESA, explica las consecuencias de la colisión de una pequeña pieza de acero contra la pared de una nave o satélite. Credit: ESA
Hiener Klinkrad, jefe de la oficina de basura especial de la ESA ha abierto la presentación, tras la que ha seguido la conferencia “El ataque de la Basura Espacial” presentada por Reinhold Ewald, astronauta de la ESA y ex-jefe del centro de control del módulo europeo Columbus, quien con una presentación al estilo de las clásicas revistas seriadas de historias de ciencia ficción americanas, describió algunas de las situaciones a las que se enfrenta un astronauta. “Sabes que tienes un mal día en el espacio cuando reportas al centro de control, un incendio a bordo, una atmosfera venenosa o una rápida descompresión”, afirmó. Y sabe de lo que habla porque estaba en la MIR entre el 23 y el 24 de febrero de 1997, el día que se desató un incendio que por poco obliga a los astronautas a abandonar el complejo espacial.
Tras relatar aquel incidente, repasó algunos de los accidentes más graves que han ocurrido en el espacio.
Pocos meses después de aquel incendio, en junio del mismo año, un carguero Progress chocó con el módulo Spektr y los paneles solares, provocando la descompresión de esa unidad, y más cerca en el tiempo, cabe recordar que el 10 de febrero de 2009, colisionaron un satélite Iridium y otro de la serie Kosmos que no estaba en funcionamiento.
Los científicos tienen ante sí el reto de encontrar métodos seguros para retirar de órbitas peligrosas esa basura espacial, y curiosamente están pensando en soluciones muy parecidas a las que ya se han presentado para atrapar asteroides cercanos a la órbita de la Tierra: Asir los satélites fuera de uso con un brazo robótico, con una abrazadera o incluso con una red.
Como resumía, Reinhold Ewald, “el espacio es bonito, pero es arriesgado… De hecho… ¡Si no hay riesgo, no es divertido!
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