La epidemia del miedo

Un trabajador de MSF lleva en brazos a una niña, posible infectada de Ébola, en el centro de MSF de Paynesville, en Liberia. La niña y su madre, ambas con síntomas de la enfermedad, esperaban los resultados de la pruebas. Foto MSF: © John Moore/Getty Images
Cada día es menos discutible el interés de la sociedad por la ciencia, -en contra de la opinión de muchos directivos de medios de comunicación-, sobre todo cuando se habla de salud, y al desconocimiento general de la población sobre una enfermedad, se suma la alarma generada en los propios medios, y la cada vez mayor falta de credibilidad que la sociedad percibe en ellos.
Buena prueba de todas estas afirmaciones ha sido la conferencia que Guillermo Quindós, catedrático de Microbiología en la UPV/EHU, ha ofrecido sobre uno de los temas de mayor actualidad. El Ébola. Tal ha sido la demanda de entradas para asistir a esta charla, que la Cátedra de Cultura Científica, organizadora del acto, se ha visto obligada a trasladar la conferencia a una sala mayor, distinta de la habitual, que se ha llenado.
Mientras la enfermera Teresa Romero sigue luchando por superar la enfermedad que ya mató a Manuel García Viejo y a Miguel Pajares; y cada día son más las personas aisladas en hospitales o bajo vigilancia, la ciudadanía duda de las verdaderas intenciones de los países que pretenden volar desde bases militares de la península ibérica a zonas del mundo afectadas por el Ébola. Razones no faltan tras los escandalosos vuelos de la CIA a Guantánamo.
Ante este panorama, la ciencia tranquiliza los ánimos a este lado de la frontera del desarrollo. El microbiólogo Guillermo Quindós, asegura que es extremadamente difícil contagiarse de Ébola: “El Ébola no se transmite por el aire, el agua o las picaduras de mosquitos. Si alguien infectado tose, las personas que respiran ese aire no se infectan. Pero si las personas están muy cerca, a menos de un metro, y hay gotas que entran en contacto con los ojos, con heridas de la piel o mucosas de la boca, entonces sí se puede producir un contagio”.
Quindós atribuyó los contagios en Europa a la falta de precaución, errores o mala praxis de los profesionales sanitarios, sobre todo por la falta de experiencia en el trato a este tipo de enfermos y comparó la situación de la epidemia en Europa con la que se vive en África, donde las jeringuillas se usan varias veces por la falta de material sanitario, tras una simple limpieza, lo que según dijo, ayuda a propagar la enfermedad.
A veces cuando se avisa de que viene el lobo, ocurre de verdad. Buena parte de lo que ahora ocurre, seguramente, podría haberse evitado si se hubieran escuchado los llamamientos que organizaciones como Médicos Sin Fronteras, lanzaron ya en el mes de junio, advirtiendo de la necesidad de una movilización excepcional para controlar la epidemia.
Quindós insistió en que el Ébola es un problema que está en África, pero también es un problema de todos y apostó por una solidaridad inteligente con los países afectados para eliminar la pobreza que es, afirmó, la respuesta a todas las preguntas que nos hacemos sobre el Ébola.